En una reciente conversación organizada por el Instituto Milenio para la Investigación del Cuidado (MICARE), la investigadora Javiera Rosell, académica del Departamento de Psicología de la Universidad de Chile, junto a la antropóloga Anais Carvallo de la Fundación Geroactivismo, abordaron los estigmas de edad con respecto al uso de internet que afectan a las personas mayores.
Javiera Rosell destacó la urgencia de avanzar en la conectividad de las personas mayores sin caer en exclusiones. “La inclusión digital permite garantizar el cumplimiento de los derechos humanos”, afirmó, advirtiendo que se debe tomar en cuenta los riesgos de digitalizar todos los procesos para evitar la exclusión de personas mayores que no están digitalizadas.
Ambas expertas coincidieron en que los mitos y prejuicios son una barrera clave. “Los mitos son múltiples y vienen arraigados en el edadismo propio que va en detrimento de las personas mayores, y se hacen muy patentes cuando hablamos del uso de tecnología”, dijo Rosell. En el mismo sentido, Anaís Carvallo agregó que comúnmente se asocia a personas mayores con la idea de que “no son innovativos o que son tradicionales”.
Esta visión negativa impacta en el propio aprendizaje de las personas mayores. “Si las personas creen que yo no puedo aprender, voy tal vez a actuar en concordancia con eso”, advirtió Rosell. A ello se suma, según Carvallo, “el miedo a echar a perder algo, el miedo a volver a preguntar genera una memoria de angustia”.
Beneficios y riesgos
La conversación también abordó el potencial positivo de la tecnología en la vida de las personas mayores. “La evidencia internacional plantea múltiples beneficios, desde la reducción de sintomatología ansiosa hasta la reducción de sintomatología depresiva y el aumento de la satisfacción vital”, explicó Rosell.
La académica comentó hallazgos de su investigación sobre la tecnología aplicada al envejecimiento, en particular un estudio publicado en la revista Global Health Promotion, donde analizó el papel del ocio y entretenimiento digital en la salud mental de personas mayores durante el estallido social en Chile.
Un resultado clave de la investigación fue comprobar que las personas mayores muchas veces ocupan las plataformas digitales para coordinar actividades presenciales lo que favorece una reducción de este sentimiento de soledad.
Sobre los riesgos, Rosell advirtió que “el uso problemático tiene que ver con la pérdida de control sobre la conexión y esto va a ser así para cualquier edad”, lo que ocurre “cuando yo empiezo, por ejemplo, a descuidar mis actividades de la vida diaria, mis responsabilidades por estar conectado”. La académica destacó que es importante distinguir que “el impacto en el bienestar psicológico tiene relación con las actividades que realicemos en línea y con la capacidad que tengamos de discriminar la información relevante o precisa de la que no lo es”.
Otro aspecto destacado en la conversación fue la importancia de las instancias sociales, ya sea intergeneracionales o con personas de la misma edad, donde se pueda compartir el cambio cultural impulsado por la tecnología. Al respecto, Carvallo valoró los “espacios que son grupales y espacios seguros, donde no hay una presión por el aprendizaje”.
Finalmente, las especialistas llamaron a acompañar con respeto y empatía el proceso de aprendizaje de las personas mayores en el uso de la Internet, aconsejando ser “amables, empáticos y humildes”.